Alguna vez le dijeron que el suicido no era la salida, pero
cuando abrió los ojos y miró sus manos untadas de sangre entendió que tal vez,
solo tal vez podría ser muy tarde para tener ese privilegio que algunos
afortunados llaman elegir.
Se miró al espejo y
la verdad casi ni se pudo reconocer, era normal llevaba 5 años sin poder mirar
su rostro en un espejo, o un lago o simplemente en un charco, hace mucho que decidió
que no volvería a verse… No le interesaba, solo esa noche valió la pena romper
su pequeña regla, al verse pudo notar el paso del tiempo, casi nada estaba como
lo recordaba, sin embargo si prestaba atención podía ver, levemente su viejo
rostro, ese rostro que alguna vez fue motivo de orgullo solo era ahora un
amasijo de basura.
Dejó de recordar antiguas glorias y volvió a su labor,
simplemente se dejó ir, el rió rojo era cada vez más turbulento y la tina
estaba cada vez más llena.
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